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“La Mirada de Santa Teresa de Jesús en Pastrana”
Ruta por Pastrana _ Teresa de Jesús, dejó en Pastrana una honda y extraordinaria memoria fundacional. En el verano de 1569, atendiendo a la invitación de la princesa de Éboli, Teresa llega a Pastrana donde funda a un tiempo dos conventos carmelitas descalzos, uno para mujeres, el de San José, y otro para hombres, el de San Pedro (hoy del Carmen). ‘La Mirada de Teresa de Jesús’ es la ruta que camina sobre sus pasos, sobre las huellas que Teresa grabó en Pastrana. Comienza en el palacio ducal, donde la Santa convivió con la princesa de Éboli, transita por la Colegiata donde se venera su reliquia y donde se guardan valiosos recuerdos personales y peregrina y se detiene en los conventos fundados por ella. Pastrana, de forma original, es el único lugar donde la Santa funda al mismo tiempo dos conventos.
Palacio Ducal: La Mirada Histórica
En el palacio ducal, uno de los monumentos más signicativos de la villa, Teresa de Jesús fue recibida en mayo de 1569 por Ruy Gómez de Silva y Ana de la Cerda, príncipes de Éboli y duques de Pastrana. Sus muros atesoran el recuerdo del encuentro y la convivencia de estas dos singulares mujeres de la historia de España, de la historia de Pastrana.
Teresa, llamada por la princesa, llega a la villa para fundar un convento femenino. Ella escribe: ”… porque había mucho que estaba tratado entre ella y mí…” y antes de partir “…fueme dicho de parte de nuestro Señor que no dejase de ir, que a más iba que a aquella fundación…”. A su llegada, y hasta tener acondicionado el nuevo convento, Teresa, y las dos monjas que la acompañan, permanecen alojadas en este palacio, conviviendo junto a los príncipes de Éboli.
La historia se hace eco del choque entre estas dos mujeres, la princesa y la Santa. Sobre todo, por la insistencia de Ana de Mendoza para que Teresa de Jesús le preste el libro que sobre su vida estaba escribiendo. Pero ambas protagonizan también otros pasajes señalados de esta historia: En la capilla del palacio y bajo su magníco artesonado Teresa de Jesús, en presencia de los príncipes de Éboli, impone el hábito del Carmelo Descalzo a los dos primeros frailes de la reforma, fray Ambrosio Mariano y fray Juan de la Miseria.
Los muros de este palacio también guardan los ecos del largo y penoso encierro de la princesa de Éboli cuando, por orden del rey Felipe II, es recluida y encarcelada en dos habitaciones de su propio palacio, durante once largos años, y hasta el nal de su vida (1592).
Iglesia Colegiata: La Mirada de Fe
Con mirada escrutadora el peregrino podrá contemplar hoy, como Teresa de Jesús, mujer, en su día, en 1569, este esplendido templo, erigido en Colegiata por el Papa Pío V seis meses antes de llegar la fundadora a Pastrana. En él se pueden admirar sus muchos y preciosos retablos, el Baptisterio y Capilla de las reliquias, el coro y el panteón de los Duques de Pastrana. Anexo está el Museo Parroquial, con sus famosísimos “tapices de Pastrana”, gótico-amencos del s.XV, y un gran número de piezas artísticas, pinturas, esculturas, orfebrería, ornamentos, cantorales…
Con la mirada de fe de esta gran santa podremos recordar y contemplar también a tantos personajes de la Iglesia a los que conoció y con los que se relacionó. Amó apasionadamente a la Iglesia, aunque también le toco sufrir el recelo y las risas burlonas por sus escritos, o vencer, siendo mujer, los obstáculos para hacer la reforma del Carmelo o para salir de clausura a fundar nuevos palomarcicos. Mientras la Iglesia sufría la sangría por los escándalos o las divisiones entre católicos, protestantes y anglicanos, ella termina su vida diciendo: “Al n muero hija de la Iglesia”. ¡Y qué hija! La Madre Teresa. Se siente dentro de la Iglesia, siempre con sus ojos puestos en Dios.
En la iglesia y en el museo podrás disfrutar de las numerosas huellas teresianas: Relicario, carta, bastones, regilla de confesión, sede … y un sin n de imágenes, pinturas, relieves, medallones… Invitamos especialmente a venerar la Reliquia de la Santa.. ¡Ojalá! al acercarnos a ella se nos pegue algo de su libertad de espíritu, de su sabiduría -es Doctora de la Iglesia-, de sus virtudes, de su valentía, de su pasión por Dios –“Sólo Dios basta”- , por Jesús –Teresa de Jesús- , por la Iglesia, por la vida contemplativa, por la verdad….
El Monasterio de San José: La Mirada Contemplativa
Teresa de Jesús fundó, en julio de 1569, el convento femenino de San José. La princesa de Éboli proporcionó el edifico, erigió una iglesia y compró una amplia huerta.
Unos años después, en él se escribe una de las páginas más conocidas de la historia de la princesa. El 29 de julio de 1573, súbitamente muere Ruy Gómez, y la princesa, en un acceso de dolor, decide meterse monja con el nombre de Ana de la Madre de Dios. Conocidísimas son las palabras de la priora: “…¡La princesa monja! Ya doy la casa por deshecha…”.
Aunque ella hacía algo habitual entre las aristócratas españolas su decisión fue muy controvertida. Felipe II la reconvino para que se ocupara de los asuntos de sus estados y de sus hijos. Al tiempo que ella exigía a las monjas “…hacer oración continua delante de Santísimo Sacramento de día y de noche por el príncipe de Éboli…”, algo contrario a la regla de la Santa pero establecido en la fundación. La historia narra la inconveniencia de la vida mundana de la princesa en el convento y cómo la situación en Pastrana, según su priora, era insostenible. Aunque, por otra parte, a Teresa de Jesús le preocupa la deriva que estaba tomando el Carmelo masculino y sus desviaciones de la Regla, que podía poner en peligro su obra reformadora femenina. Pastrana era el único lugar donde convivían dos conventos reformados.
Así las cosas, Teresa decide abandonar esta fundación y regresa a Pastrana donde, en secreto y de noche, como solían actuar las monjas, ella y sus hijas dejan el convento.
En 1574, la propia princesa de Éboli refundó el convento con monjas Concepcionistas Franciscanas, comunidad que permanece hasta hoy, y donde Ana de Silva, la hija que la acompañó durante los largos años de su cautiverio, profesó como religiosa.
Convento del Carmen: La Mirada Fundacional
El convento del Carmen, es una fundación de Teresa de Jesús. El antiguo convento de San Pedro, primer monasterio masculino de Carmelitas Descalzos en España. En él actuó como maestro de novicios San Juan de la Cruz.
Desde sus primeras fundaciones, Teresa quiere llevar su reforma a la rama masculina. Camino hacia Pastrana, Teresa conoce a dos italianos que querían hacerse ermitaños y que se dirigían a la villa donde el príncipe de Éboli les había prometido una ermita. Teresa les convence para que se unan a su Reforma.
Ya en Pastrana, Teresa de Jesús ultima la nueva fundación. El príncipe dona una ermita y un extenso terreno con un conjunto de cuevas donde habitaron los primeros monjes y, en el palacio ducal, en su capilla, Teresa impone el hábito carmelita a fray Ambrosio Mariano y fray Juan de la Miseria, los italianos, se convierten en los primeros descalzos que la ocupan. A ellos pronto se unirá el místico y santo, Juan de la Cruz.
El éxito del convento masculino fue fulminante y se mantuvo como noviciado de la Orden Carmelita hasta la Desamortización de 1836. Tras este episodio el convento, en 1855, fue ocupado por la orden de Franciscanos Misioneros de Filipinas, con la advocación del Carmen, que estableció un Colegio para la formación de misioneros.
Hoy alberga el excepcional Museo de Recuerdos de Santa Teresa, con una magníca colección de siete cuadros históricos que narran la fundación teresiana.
Numerosos retratos de la Santa e interesantes recuerdos carmelitanos, así como pinturas de Lucas Jordán, Francisco Ricci, la talla del Cristo de la Verdad de Gregorio Fernández, y varias esculturas de Pedro de Mena.
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